Bolillos y teleras...

"Tengo cáncer, pero hasta ahora la enfermedad no me ha producido ningún dolor insoportable. Trato de vivir sobre las puntitas de los pies, pues en mis delirios imagino que si casi no hago ruido, la enfermedad no se va a percatar de mi presencia y me permita colarme a la vida que es a donde me gusta estar".

Germán Dehesa.


A pesar de haber dejado de leer su columna hacía ya un buen rato en aquellos viejos periódicos que mi padre había dejado por ahí botados, no deja de consternarme su fallecimiento. Siento una enorme tristeza por él que va más allá de lo aparentemente normal en una situación cómo esta.

German Dehesa ya no está con nosotros.

Su Gaceta del Ángel la había dejado de leer cuando está había dejado de ser lo que en un principio era, para convertirse en una relatoría diaria sobre su tamal, cosa que, aún con todo lo comprensible que pueda ser dado que la alegría que da el tener un hijo es incontenible e incomparable, en lo personal, no me resultaba de mi total agrado cuando en ese entonces, cómo hoy en día, había problemas de mayor importancia para su público lector.

De él no puedo decir nada que no se sepa porque, en primera, él mismo se encargaba de darnos cuenta de su vida personal con gran tino lleno de su genial humor. Y segunda, y con toda certeza, el chilangótico es el menos informado de sus lectores sobre él, puesto que, cómo ya lo había mencionado en un principio, hacía tiempo que había dejado de leer su columna con la regularidad que se requiere en un caso así. También tuvo mucho que ver el hecho de que mi padre dejó de comprar El Reforma –periódico en el que él escribía- cuando este había llenado gran parte de sus hojas con pura publicidad


A pesar de ser un hombre versado de punta a punta, no había en él esa pinchi actitud de solemnidad en la que muchos pendejos intelectuales caen nada más de saberse y/o sentirse miembros de la elite intelectual del país. No mamar pendejos.

Sus citas literarias, sus reflexiones sobre la vida misma, su amor por sus Pumas y su animosa y atinada persistencia para hacer crítica a todos nuestros miserables políticos de cagada con su agudo sentido de humor variopinto, son algunos de los dones de él que todos los que son, o fuimos sus lectores, vamos a echar de menos…excepto Arturo Montiel.


Lo primero que de su columna se me quedó grabado por lo ocurrente de su ingenio y que a partir de ahí me converti en su lector, fue cuando vi a mi padre reirse de lo que Germán había escrito ese día. Germán nos contaba que el día anterior había mandado con cierta urgencia a su secretaria domestica por unas teleras para hacerse unas pinchis tortas, y ella, nos contaba, así lo hizo: se fue por las teleras; al cabo de un buen rato, y ante la desesperación de Germán, la domestica llegó con las manos vacías diciéndole: “señor, pues que no hay teleras, sólo hay bolillos…” ante tal disparate y con un enojo de la chingada, Germán la mandó de regreso por los pinchis bolillos; la chacha de forma apresurada se fue otra vez a la panadería; y después de pasado un buen rato regresó…otra vez con la manos vacías: “señor, que ya se acabaron los bolillos, pero ya salieron las teleras…¿Qué hago?...”.

Quizás el relato en si esté un tanto o un mucho equivocado, no lo sé a bien, porque eso ocurrió hace años ya, y la memoría es, con toda certeza, la menos privilegiada de todas funciones cerebrales -si es que acaso poseo alguna- pero, cómo dijera el infumable Chapulín Colorado: "...la idea era esa..."


Hoy ya descansa en santa paz Germán.

Hoy es viernes, hoy toca…

....y que Chilangopoztli cuide de ti.

Supongo que ahora sí durmió muy bien A. Montiel.


Shalom.