Simón dice: ¡Pelea pinchi cabrón!

I

Es la puritita verdad, no sé ni el cómo ni el porqué estaba pasando todo, pero cuando me di cuenta ahí estaba parado frente a esa señora hija de su ¡$%#! A la cual yo le estaba pidiendo algo que sabía con certeza que trataba de robarme:

-“No mi chavo, no sé de qué chingados me hablas, yo no vi nada, aquí no cayó...”

-“Pero señora –le replicaba yo- si acabo de ver cómo su hijo se lo enseñaba y usted le dijo que se metiera a su casa y él rápido se echó a correr a esconderlo, cómo me dice que…”

-“¡¡Juan Juan!! Empezó la señora a gritar lo más pendejamente posible a quien no sé porqué, pero yo suponía que era su esposo: ¡rápido Juan!”

-“Pero señora…” fui interrumpido.

-“¡¿Qué pasó qué pasó?!” Preguntaba muy mamón Juan quien llegaba presuroso con todas las evidencias de que en ése momento estaba tragando sopes o alguna garnacha de esas porque en su bigote y en su playera se dejaban ver rastros de queso rayado, lechuga y salsa verde; por eso creía que eso era lo que estaba comiendo el pendejo…pinchi cerdo.

-“Mira Juan, éste pendejo que me está acusando de ser una ratera. Madréatelo Juan…”

…y así, sin más y muy obediente, apenas llegó y que me suelta un pinchi madrazo.

Efectivamente… Juan era su esposo.


II

-“¡Con mi vieja no te metas hijo de ¡$&%/!” Fue lo que Juan me alcanzó a decir al msimto tiempo que me lanzara el primer madrazo. Yo ni tiempo tuve decir algo.

A pesar de haber dado un paso hacía atrás cuando lo vi abalanzarse hacía mí no pude evitar del todo el pinchi madrazo del cabrón que trataba de darme en plena cara, pero sólo me lo dio de lado, pero aún así lo sentí, y sí… sí me dolió ¡sniff sniff!

El asunto empeoró para mí cuando sentí cómo la piel de mi cara se sonrojaba, pero no por el calor del madrazo en si, sino por la pinchi vergüenza que me daba al estar dando esa clase de espectáculo ridículo peleándome con esa pinchi vieja mamona y su pinchi esposo apestoso y panzón frente a la gente que a esas horas ya se estaba arremolinando presurosa –cómo es ley- para ver los madrazos.

Chingada madre. Y yo sin saber qué era lo que me quería robar la pinchi vieja..

Lo que recuerdo con claridad es cómo sentí el hedor fruto de la combinación del queso rayado, manteca rancia salsa verde y cerveza que emanaba del hocico de Juan al momento que su sebosa cara pasó frente a mí al momento del primer madrazo.

Era para wakarearse.


III

-“Yaa… tranquilo wey” Le decía al pinchi Juan marrano.

-“¡Qué tranquilo ni que la chingada!” Decía la señora; “dale Juan, putéalo para que no NOS ande acusando de rateros".

(¡¿”NOS”?! ¡¡¿Dijo “NOS”?!! Me preguntaba yo asombrado al escuchar esa mamada que la señora decía: “con razón se hacen los putos chismes vieja hija de la chingada” pensaba).

Y el pinchi Juan acompañado de su maldito hedor muy “obediente” qué arremete otra vez contra mí con una pinchi mirada y una mueca sonriente harto pretenciosas cómo diciéndome con ellas: “Pinchi flaco greñudo pendejo, ´orita verás cómo te voy a partir tu madre…”

Y sobres.

Al verlo cómo avanzaba otra vez alcé las palmas de mis manos en señal de que se detuviera el cabrón al mismo instante que le decía que se calmara. El hijo de su pendeja al ver eso soltó una sonrisa más burlona todavía. Fue lo último que hizo. Al reírse se descuidó y que se suelto un megamadrazo en los webos al pinchi panzón de mierda. Se dobló y cayó. A webo.

-“¡¡Juan Juan!! Gritaba la pinchi vieja toda espantada al verlo doblado cayendo sin remedio hacía el piso.

De pronto, de la nada, sentí un golpe seco en la cabeza y dentro de ella vi un fuerte destello de luz atiborrada con un madral de colores bien chingones; bien acá.


IV

A webo, pinchi Juan, hasta para caer lo hacía a lo más puro bruto y de lo más pinchi risible el pendejo panzón. Cuando le di la patada en sus webos vi cómo hasta el pinchi queso rayado saltaba de sus bigotes cómo si le hubieran aplicado el bullet time de Matrix, a webo… pero eso fue antes de que ver los colores bien chingones dentro de mi cabeza porque…

Apenas una nada antes de que se asomará una sonrisa de victoria en mí cuando cayó Juan, todo lo que mis ojos veían se apago de súbito…pero dentro de mi cabeza, cómo les decía, todo se iluminaba con un chingo de colores bien alucinados, bien locos que la invadían acompañados de un fuerte dolor instantáneo.

Me habían dado un madrazo en la cabeza…a traición.

En lugar de caer al suelo trastabillé un poco mientras trataba de recuperarme rápidamente para saber qué pedo; meneé la cabeza y traté de abrir mis ojos que con el putazo recibido se me habían cerrado.

No había pasado ni un par segundos cuando ya estaba conciente de que me habían golpeado, y mientras lo deducía a tientas más que otra cosa percibí a alguien que estaba a mi alcance, tenía que hacerlo así de rápido, y así lo hice; mi instinto de supervivencia se estaba poniendo rápidamente al tiro: “éste hijo de su pinchi madre seguro fue el que me pegó” pensé de inmediato a la vez que me agarraba de él pero cómo les decía, lo hacía más por instinto para evitar otro golpe que por darle yo uno a él; a pesar de la rapidez con la que estaba pasando todo, a esas alturas mi mente ya estaba saliendo de su pinchi knock out.


V


Cuando lo pude agarrar le di un giro con fuerza al culero ése tratando de no sé qué, pero sin duda fue lo mejor que pude haber hecho porque corrí con tan buena suerte que al momento de girar el hijo de puta se tropezó con Juan quien debido a su gelatinoso y pesado cuerpo y al dolor causado por el madrazo que le di en los webos aún no se incorporaba.

El amigo de Juan cayó igualmente de ridículo pegándose en el hocico y quedando con los pies al aire.

Cuando por fin estaba ya plenamente conciente de todo lo que pasaba y vi a Juan que con pedos trataba de pararse quise aprovechar la oportunidad de atizarle tremenda patada en la cara al wey, “Cabronazo en el hocico” cómo dirían por ahí. Lo tenía al alcance. No había de otra: o era él, o era yo; o eran ellos o era yo, así de simple.

Lo iba a hacer cuando escuché algo cómo un leve crujir al mismo tiempo que mi cabeza se iba con fuerza hacía atrás. Qué poca madre, era otro ataque a traición. No lo sabía bien a bien, pero en ése momento creía que era de mi cuello de donde salió ése crujir que escuché. El que mi cabeza se fuera hacía tras fue porque me jalaron del cabello con tal fuerza que sentí que me la arrancaban. Craso error de quien hizo tal aberración porque de las cosas que más hacen superencabronar al Chilangotico que escribe esto es que le jalen las pinchis greñas y/o la ropa. No mamar.

Iracundo por lo que me habían hecho sin más que le suelto un pinchi codazo con tal fuerza a quien me estaba jalando de las greñas que me soltó de inmediato; una vez liberado, le solté un buen puñetazo con el cual salió volando al momento que se escuchaba un ¡ay! De sorpresa de quienes estaban mirando y un ¡ay! Lastimero de la propia persona a quien le acababa de dar el codazo y el puñetazo con los cuales desahogaba mi pinchi coraje


VI

Apenas me estaba acomodando las pinchis greñas después de mandar a la gaver a punta de un par de buenos chingadazos a quien me las había jalado cuando ahora sí vi cómo se me abalanzaba otro pendejo que acaba de llegar con la notoria evidencia de haber estado bebiendo cervezas por la pestilencia que emana y su tambaleante forma de caminar:

-“Hijo de tu puta madre, a un mujer no se le pega, maldito seas”

-"What?"

-"¡Ops!"

Fue entonces que me di cuenta que era la esposa de Juan quien me había jalado de las greñas y a quien yo la había mandado a chingar a su madre a punta de madrazos…¡jé!

Ni modo.

A esas alturas del pleito cómo que ya me estaba valiendo madre todo. Quien se me atravesará seguro se llevaba su dotación de madrazos, fuera hombre mujer o Jerónimo. A quien se me atravesará me lo chingaba. A webísimo qué sí.

Y ahí estaba yo en medio de los 3 imbéciles que había tumbado casi de chiripada esperando la llegada del nuevo enemigo lleno de indignación porque a la mujeres no se les pega… pero la risa me ganó…no sé porqué, no es que haya sido por mi habitual forma de ser, no lo sé. Quizás me dada risa por lo que me acaba de gritar el pendejo ése, ya que en el fondo sabía que se estaba mordiendo la lengua porque él era el típico puto mamarracho hipócrita alcohólico que cada fin de semana se pone hasta el culo y cómo si fuera manda u obligación siempre acaba golpeando a su mujer.

“…a un mujer no se le pega…” ¡Uh sí, pinchi borracho hipócrita!


VII

En cuestión de instantes antes de que empezaran los golpes con mi nuevo rival recuerdo que le di un pinchi patadón bien meco en la cara a Juan con el que ahora si se quedó tumbado y desparramado cómo cachalote varado; mientras tanto, el otro pendejo se sobaba el hocico porque, cómo les decía en su momento, cuando cayó se golpeó el hocico sangrando de forma inmediata; mientras tanto, la señora seguía tirada y no paraba de gritar cómo marrana de rastro.


Un ¡ring ring! Se escuchó de forma inexplicable en el ambiente. No mamar cabrones-decía yo- ahora hasta efectos le ponen a esta pinchi pelea; y mientras se escuchaba el ring ring el metiche impostor hijo de puta ahí venía sin titubeos presto para madrearme –según él claro está- con algún artefacto en las manos que no alcancé a ver que era, pero… ¡ja ja ja!


¡AH-JA!-JA!-JA!



El pendejísimo que se resbala con una cáscara de plátano que por casualidad estaba tirada en el suelo y que juraría que alcancé a leer que era de la marca ACME. Al igual que yo, los demás culeros -que no me hacían el paro, ojetes de mierda- empezaron a botarse de la pinchi risa. Rápidamente que me le acerco y que le suelto tremendo patadón en el hocico al wey, luego corrí hacía el otro puto y que lo remato con un patadón bien chingón mientras que Juan que seguía tumbado… bueno, él me dio lástima…y por supuesto, un chingo de risa. La señora no, a ella si me la iba a madrear por pinchi argüendera y ratera la cabrona; me acerqué hacía ella con la firme intención de darle en su pinchi madre hasta que me devolviera lo que trataba de robarme pero… la campana la salvó.


El ¡ring ring! De mi cel que sonaba otra vez me despertó a las 6AM…

¡Qué chingaderas son esas carajo!

Ya no supe qué chingados me habían robado.

A lo mejor era mi bici, aunque eso no lo puedo asegurar.




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Por cierto, te recuerdo que tengo un mini post justo AQUÍ.